Gilipollas

Yo no sé de dónde ha salido ese hombre, de verdad, cómo se puede ser tan gilipollas. El otro día le pillé ojeando el periodico este, el de el idiota ese que anda con la rarita esa de colorines y me mira y me dice -¿No cree que este juez-señala la cara gafosa de un mediático chupapollas- debería dejar en paz a?. No sé a quién coño me dijo porque, la verdad, había cerrado todos mis orificios corporales nada más verle pero el tío seguía hablando, bla, bla, bla, bla. -Me suda los cojones-dije en cuanto dejo de mover los labios, bueno realmente no lo dije pero me habría gustado. Solo moví un poco los hombros hacía arriba en señal de indiferencia o incluso se podría haber dicho que a modo de asentimiento. De cualquier manera con ese mamón es mejor no andarse con respuestas del tipo: A/B, es mejor no caerle demasiado mal. Ni, demasido bien. Invisibilidad: la mejor virtud antes los tocahuevos. Las medias tintas. Ni si, ni no. Templado.

A la hora de comer, de ese mismo día, el comedor estaba hasta la bandera y el único sitio disponible era el de su lado, joder. Y me senté a comerme mi triste tartera piscinera (vease: filetes empanados, tortilla y pimientos verdes fritos). Y el estúpido estaba con su transistor, si un transistor de esos asquerosos, de hace mil años. Le sudaba la polla que los demás no quisieramos escuchar al locutor gangoso, que quisieramos charlar un rato sobre cualquier idiotez, que quisiesemos comer en paz. Es que le mataba. Y no sólo es que tuviera que estar escuchando al mamonazo ese, es que además el capullo este no paraba de jalearle y de pedirme mi opinión sobre temas tan apasionantes como el apareamiento de la abubilla común, la cria del cetaceo lunar en cautividad o la mejor forma de masturbarse analmente, es decir, me la traían floja.
Pero ahí estaba asintiendo como un borreguito más. ¡Beeehhhh! ¡beeehhhh!. Al idiota parece que le hace gracia mi actitud y se crece. Subió el volumen. La gente empezó a mosquearse. Yo pasé de todo, vamos a ver, estaba terminando de comer y me iba a echar mi canutito de sobremesa en el parque. Por mi como si acababan matándose. Ese momento es sagrado. Me deshice de su compañía lo mejor que pude <Lo siento, colega, me estoy jiñando> o algo asi. El caso es que al muy cabronazo le hizo gracia. Se partía la polla. Y ahí se quedó el rebaño, escuchando una amena tertulia política. Con ganas de cagarse en la puta madre del listillo de turno y callados como putas.

La tarde estaba muy calmada, parecia un mar sin olas aburrido y parado, los pececillos en sus jodidas camas de arena fina. Todo perfecto. Me estaban pagando por rascarme las pelotas. ¿Puede haber algo mejor?. Si hubiera alguien bajo mi mesa chupándomela podria haberme pasado en el trabajo quince días seguidos en esas condiciones. Pero tuvo que sonar el teléfono, a eso de las cinco y media, justo antes de que me fuera a casa. El gilipollas que quería verme en su asquerosamente grande despacho. Espere a que me bajara la picha que se me había puesto como un bloque de hormigón pensando en la chica nueva de contabilidad y sus enormes pechos.
Entré a aquel despacho, la hostía puta que grande es, sólo había escuchado leyendas urbanas sobre aquel sitio, que si el gilipollas lo usaba de picadero los fines de semana, que si desde aquel enorme ventanal, el gilipollas, había tirado al vacio al chupaculos de Sánchez, que si el gilipollas no salía de él porque era adicto al porno, mil tonterias.

<¿Me llamó?>que pregunta más tonta, por favor, acababa de hablar con él.

Siéntese muchacho!> Ordenó con su habitual educación.<Se preguntará para qué le hice venir> Me importaba lo mismo que el nombre de la nueva puta a la que se estuviera follando el rey.

<La verdad es que si> Mentira. Sólo esperaba que fuera breve.

<Me gustas muchacho, eres eficaz, no te quejas y sabes como hacer que tu jefe se ria, ¿quieres beber algo?-abrió el minibar y me puse bruto pero aguante mis ganas de emborracharme con el gilipollas, podría acabar dándole un buen mantecado-¿no? Tú te lo pierdes, puedo tutearte ¿si?-asentí- ¿Sabes? necesitamos un encargado en tu departamento. He pensado en ti. ¿Qué me dices?

<¿Po-por qué yo?> Me cagué encima. Cómo decirle a este hinchacojones que no quiero un ascenso, ¿¡CÓMO!?.

<Bueno, chaval, no te estreses. Mis decisiones son mias, no tengo por qué dar explicaciones. Simplemente creo que eres el más indicado. Tendrás una subida en tu sueldo y, bueno no te voy a mentir, un poco más de responsabilidad> La relación entre el aumento y las responsabilidades es inversamente proporcional. Si ganara 100euros más (por dar una cifra alta); iba a estar comiendo mierda durante toda mi jornada laboral.

<Como comprenderas somos muchos y aqui todo se mueve por rumores, si alguien no acepta un puesto como el que yo te estoy ofreciendo...digamos que no sería nada bueno para la dirección. Sería como no tener en cuenta la cadena de mandos y, bueno, los empleados se creerian que cualquiera puede hacer lo que le de la gana. No queremos manzanas podridas. ¿Sabes por donde voy?.¿No?> Que cabronazo, por un momento pensé que de gilipollas no tenía un pelo el puto calvo, me la estaba metiendo doblada.

<Piensatelo, te doy diez minutos date una vuelta, aclara tus ideas> Qué coño me voy a pensar.

Me voy a ahorrar los detalles de mi bajada de pantalones una vez volví al infierno que bien se podría llamar despacho anal, no sólo por la alfombra azul, tambien por que me abrieron el ojete pero bien abierto. He estado unas semanas cagando sin apretar.

A la salida, esto es verídico no me estoy tirando el moco, justo en la puerta estaba aparcado su flamante cochecito nuevo, el último modelo de Porsche. Me vino a la cabeza la putada que me acababa de hacer el gilipollas y esta claro, ya me conoces, que no me iba a quedar quieto. Saqué la llave de mi casa. Apoyé la entonces navaja en la aleta trasera izquierda del puto coche. Rallé todo el lateral. Jriiiiiiiiiii¡¡¡. Donde las dan, las toman. Eso le pasa por gilipollas

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