Buenas noticias

Estábamos los cuatro sentados en el jardín de Manuel y María. Acababan de volver de su luna de miel en Punta Cana, morenos como conguitos. Mi novia no tenía ni puta gana de ir. Pero fue. El resto estábamos a la expectativa de la que podía liar en cualquier momento, ante cualquier mirada cómplice de más de veinte años de amistad entre Manuel y yo, en cualquier frase que le pudiera dirigir a María. Una auténtica barra de tensión doblándose continuamente. Todos, menos ella seguramente, esperábamos que no se rompiera, que fuera de mimbre y, aunque llegara a doblarse hasta formar un ángulo de casi ciento ochenta grados, no se partiera.
Pero se partió y las astillas que soltó se nos clavaron a todos en los ojos, en las bocas y, a mi, en lo más profundo de mi corazón.

Todo se desató cuando María soltó: "Estoy embarazada, queremos que seas el padrino". Salté hacía ella por encima de la mesa y la abracé en un arrebato de entusiasmo. "¡Enhorabuena!, al menos habéis follado una vez" Todos reímos como hienas. Jajaja, jijiji. Todos menos Elena, mi novia, su cara se puso blanca. Estaba a punta de armarse (lo presentí). Yo lo noté. Y me callé una vez más (como buen calzonazos). Pero ellos...coño ellos no vivían con ella. Si, sabían el infierno que vivía pero, joder, son mis amigos. "Para una vez que meto...como Guillermo Tell" dijo Manuel en medio de una carcajada ahogada en cerveza.
La cara de mi demonio había pasado del blanco al morado, pasando por rojo de ignición. Una sola tontería más y... PUM. Como tantas otras veces, como siempre.

Elena se levanto enrabietada hacía el baño (seguramente a empolvarse la nariz). Salió de allí poseida por Thor, soltando rayos por sus ojos y, a punto, de echar pestes por su boca. Nosotros seguíamos a lo nuestro. Estábamos muy a gusto la verdad, llevábamos mucho tiempo sin vernos. Elena los odiaba (aunque ahora pienso que igual me odiaba a mi, no lo sé la verdad) y verme tan a gusto la hizo perder los nervios definitivamente. "Sois unos pringados, traer una criatura al mundo, no tenéis ni un puto duro y..en fin qué se puede esperar de unos niñatos"-Elena sólo es un año mayor que nosotros aunque normalmente demostraba estar unos cuantos por detrás- "ninguno de mis amigos es padre, ellos si que saben disfrutar de la vida, un chaval sólo trae problemas"- no puedo decir que no esté de acuerdo con ella en esto último, mi instinto paternal es similar al del macho de mantis religiosa (preferiría que me matasen después de engendrar a un miniyo, a tener que criarlo), pero en lo de sus amigos. Si disfrutar de la vida es compartir el jabón con tu compañero de celda o tener un chalecito reciclable en la Cañada real...de acuerdo, entonces tenía razón. Pero Manuel y María disfrutaban de ella trayendo a alguien al mundo, son ese tipo de gente, y yo me sentía lleno de alegría al verles con esas caras de futuros papas con las babas de su bebé en el hombro todo el día y el carrito a cuestas y los pañales apestosos y las visitas al pediatra y el bautizo y la familia en casa para ver al nuevo y la primera palabra.
"No sé cariño cada uno decide que hacer de su vida, deberiamos estar contentos por ellos" intervine para romper la tensión."Yo decido irme con los mios, aquí no tengo nada que hacer, no teneis ni puta idea de qué va la vida". Cogio la puerta y se fue.
El coche lo había llevado yo. Al rato me llamo, necesitaba que alguien la llevara de vuelta a casa. Vamos digo yo, porque nunca lo cogí. Manuel había abierto una botella de su mejor vino, María sacaba el álbum de fotos del colegio y yo. Yo esperaba que la primera palabra de su hijo fuera mi nombre.

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