Cosas de familia

Fui a ver a la abuelita-cara-garbanzo que parió a mi padre, no es que me importe una mierda esa vieja desgraciada, necesitaba pasta. Punto. Después de todo si sus mismos hijos se van a aprovechar de ella, ¿por qué no yo?, si, se despreocupan de ella y la mandan a vivir a tomar por culo de sus casuchas para no preocuparse ni un pijo de ella, ¿por qué no hacer igual que ellos?, ¿por qué no despreocuparse del bulto?.


La muy vieja tiene toda la pasta de la pensión debajo del colchón, en serio como en las pelis, y ,bueno, teniendo en cuenta su senilidad y sus piernas semi-inmovilizadas no creí que tuviera mucho problema para llevarme los mil quinientos que le debía al oso. Problemas de juego, si tío, estoy enganchado a las putas cartas, ya sabes, poker, blackjack, mus, cinquillo...

Si no pagaba me romperían las dos piernas a la altura de la tibia, no se andan con bobadas; si lo hicieran perderían la reputación, ni dios iría a sus timbas amañadas. Vamos, robarle a mi dulce abuelita o quedarme cojo. Para mi no había, ni hay, dilema alguno. Mis patas tenían mucho por vivir y ella, bueno ella, joder, toda la familia esta deseando que casque.

La vieja rancia vive en las afueras, sus piernas no dan para más, los carroñeros de sus hijos hicieron una buena transacción vendiendo su centrico y ruinoso pisito a una manada de sudamericanos desesperados por comprar un trocito de este asqueroso país. Quinto sin ascensor, sin reformar desde los años sesenta, en el barrio con más olor a cloaca de todo Madrid, lleno de yonquis y viejas con los bolsos pegados al costado; de putas y de viejos verdes, la cruz de la iglesia ilumina las noches (sin luz eléctrica cada dos por tres), los siete bares están petados de los mismos borrachos de siempre, tío, un autentico asco de lugar. Pero los panchos pagaron una pasta por hacerse con esa puta cueva, siempre estuve seguro de que en la habitación de la anciana había pinturas rupestres, y bueno, sólo hay que mirar a sus hijos para ver que no están tan lejos del cro-magnon como cualquiera de los proxenetas de la calle.
O sea que como la uva pasa de mi abuela no se puede mover demasiado bien, vendieron el antro en que crecieron todos ellos y compraron un chalecito en las afueras para ella. Bueno. Para ella y para amortizarlo ellos una vez esté criando malvas.


El caso es que fui hasta allí, joder, me llevo más de una hora con el maldito autobús, iba parando cada doscientos metros, en todos los semáforos y cuando se cruzaba con otro, los chóferes se quedaban hablando un rato. Una odisea de trayecto, tío.

Pues llegué y la ancianita estaba tan de mal humor como siempre la había visto, eso si, aún más arrugada, más coja, más apestosa, más cerca de la muerte de lo que nunca me gustaría estar a mi mismo en toda mi vida.

-¡Algo vendrás a buscar, desgraciado, eres igual de rastreso que tu maldito padre!, ¡pasa!, te haré un café- saluda la asquerosa de ella. Siempre tan agradable. - Tu primo Iván está también aquí. Debe ser el día internacional de vamos-a-joder-a-nuestra-abuela.- La madre que me parió, justo hoy, el cabronazo éste tiene que estar aquí. ¿A quién le deberá pasta él?. El tío este es un jodido yonki, escoria de la más alta gama, tiene tantos agujeros en el brazo que todos le conocen como el colador. Escoria viciosa.

La vieja se va a hacer café. Entro en el salón, que apesta a viejo que tira para atrás, venciendo la nausea y ahí estaba el picota de mi primo, con su cara chupada, sus ojeras, su falta de dientes en la dentadura y todas esas secuelas físicas que deja el consumo habitual de drogas duras.

-¿Qué dices primo?, ¿cómo te va la vida?- pregunto con la desgana que da la certeza de que alguien se entromete en tus planes para salvar tus dos queridas piernas.
-Eh, bueno, ya sabes.....tirando ¿no? supongo o eso....- El mamón esta sudando por todos los poros de su piel. No llego a caer en cuenta de si será por el monazo que lleva encima o porque también ve peligrar su misión (robarle pasta a nuestra abuelita y poder meterse algún veneno ilegal que embote su cerebro y volatilice su voluntad).
La viejecita entra con dos tazas de café. No creo que al cerdo drogota le haga bien ponerse aún más nervioso. Me callo, en caso de que le de algo me será más fácil hacerme con el botín. Ella se sirve un anís, sin hielo, aderezado con unas pastillas de las de la circulación, al picota le hacen los ojos chiribitas ante la visión de unas pastillas de colores tan sugerentes pero no se abalanza a por ellas, su propósito es otro.

-Querréis dinero ¿no?, si no de qué coño vais a venir a verme, no tenéis ni puta idea de lo que va la vida. Tú, ivanito, eres un jodido politoxicómano y no solo es que seas un gilipollas por eso, es que, además vas a pillar a los antros en los que la mierda que te venden tiene un noventa por ciento de paracetamol. Tú no sabes lo que es un buen colocón.

La vieja desapareció de la habitación dejándonos a los dos primitos con cara de eso mismo, de primos. Joder, nos mirábamos y yo no sabía qué decir y, bueno, el picota no tenía nada en la cabeza. Apareció tras un rato de silencio y de mirar las fotos de la comunión de mis hermanos, las bodas de mis tíos, el retrato de franco y la maravillosa foto del velatorio de mi abuelo al lado de sus cenizas (en primer plano). Traía un gran costurero.

-Mira tontolaba, esto es buena mandanga- se hace un porro y le da una calada enorme, aguanta el humo y lo suelta haciendo aritos concéntricos. Se lo pasa al ido. Este saborea el hachis que huele fuerte y apetitoso, sus ojos se tornan rojos del todo y deja de sudar al instante.

-Eres un payaso, tu abuelo fue el primer narco del barrio, nada se movía sin su permiso. Tú has salido a él en lo vicioso, a tu madre en lo idiota.-Saca un par de gramos de cocaína y se los da por toda la cara. Los ojos se le salen de las órbitas. -Pírate de aquí, no quiero volver a verte, ya tuve bastante con uno como tú y no descansé hasta que dobló. No vuelvas si lo que buscas es más mierda. El colador se pira como si nada, como si acabará de pillar en la esquina de ballesta o en un after a última hora. Creo que ese día se le fue la mano, no estoy seguro, tío, pero creo que tuvo una sobredosis, el muy vicioso.

- Y tú. Tú qué. Tú siempre has sido más parecido a mi, más González- dice esto mientras rebusca en un cajón bajo los restos de su difunto marido. Saca una baraja española. Y la extiende con pericia de tahúr en la mesa-camilla- ¿Problemas de juego?, lo llevas escrito en la cara, como yo a tu edad, ¿a quién le debes?, ¿al oso? llámale, desgraciado, siempre lo mismo sólo os acordáis de la familia para estas cosas. Llamo al cabronazo y se pone ella: - Osito, doble o nada mas las piernas de el joputa de mi nieto, ¿de acuerdo?.

Al final, tío, en todas las familias cuecen habas y los genes tiran, colega, porque aquí estoy: no debo nada y tengo dos piernas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario