Reinserción social

Acababa de cumplir la jodida condena de medio año por aquel estúpido robo a la gasolinera de la uva, aun no sé cómo me cazaron pero en ese momento me la pelaba sólo quería drogarme hasta perder el conocimiento y meter en caliente. Lo primero que hice es ir a casa del borracho de mi padre a robarle algo de pasta. El cabronazo seguía igual que siempre, alcoholizado y medio muerto. No se entero de que entraba y yo no tenía ninguna gana de saludarle, estaba ansioso. Me metí en su desordenada habitación, nunca la usaba siempre se quedaba grogui en el sofá viendo algún canal de teletienda o porno. Le quité sin remordimiento doscientos euros, sigo sin saber de dónde saca la pasta el hijoputa, pero él si sabe quién se la quita.

Llegue a la casa del terror sobre las siete de la tarde y allí andaban liados los de siempre, el que no estaba sobando con una jeringa en el brazo, estaba fumando base o poniéndose unos tiros, fue fácil cogerles el ritmo.
El último tiro me dejo gilipollas, llevaba seis meses sin ponerme y eso se nota, la adictiva anestesia de paladar y piños me había llegado ya al cerebro y éste entraba en fase hiperactiva, ¡cciao cordura!. Necesitaba más y se había acabado todo, el resto de cuerpos eléctricos que se aturullaban en la casa pasaba de moverse para adquirir ni un misero medio pero es que estaban en fase de bajada e igual preferían algo más opiáceo, había que tener en cuenta que ellos llevaban un par de días dándole y yo sólo unas cuantas horas, allí la fiesta se acababa y seguro que el negro tenía algo, tiré para su casa.
Esperaba encontrarle de buen humor. El muy maricón tenía unos cambios de carácter de la hostia desde que se estaba hormonando (tarado de los cojones). Su puta madre iba a ir a pillarle una mierda si no fuera porque siempre tenía lo mejor, y a mejor precio, además su casa estaba siempre muy animada. Es lo que tienen los bujarrones que saben pasárselo bien los muy cabrones. Llegué sobre la una de la madrugada y la música indicaba que aquello iba para largo. Genial.
-¡Los yonkis sois todos iguales, rey, siempre acabáis volviendo!-dijo nada más verme con su estúpida voz afeminada, demasiado ronca aun, me pareció que andaba de buen rollo y me dirigí a él de mala gana e insultándole, a la gente así le gusta que les traten como a la misma mierda -¡jodido maricón!, necesito dos pollos, por cierto que par de tetas te has puesto ¿no? cada día me das más asco, ¿hay algún coño de verdad en tu puta casa?-¡toma tu puta dosis, amargado, hay dos guarrillas en el salón azul, pero si no tienes suerte siempre te quedare yo, tenlo en cuenta-.Cogí con desgana el bolsón rocoso y fui al baño, no quería compartir con nadie, sólo se comparte cuando te metes todos los dias, las ocasiones especiales hay que disfrutarlas en soledad como cuando te haces una paja. El baño olía a caca fresca, -no hay duda alguna de que los invertidos cagan igual que cualquier otro-pensé mientras limpiaba la cisterna, me gusta enchufarme encima de ellas (tienen la altura perfecta), observe mi cara en el espejo (¿por qué habría un espejo a esa altura? ¿para quitarte los puntos negros mientras cagas?), la jodida estancia en el trullo me había hecho perder unos kilos pero aun era lo suficientemente guapo y descarado como para conseguir un caldete de gratis.

En el salón azul había dos titis enormes, y no lo digo en plan buenorras si no en plan gigantes, aunque la verdad es que tenían unas tetas y un culazo que no tenían precio. Y eso esperaba yo, que no fueran putas, pues aun no había cobrado el paro y tenía lo justo para una noche narcótico-alcohólica pero sin sexo de pago. Me habría follado a cualquiera de las dos a primera vista, incluso a las dos a la vez.
Mis dotes sociales nunca han sido...digamos...corteses. Fui al grano sin presentarme, sólo quería follar en ningún caso, conocerlas o, mantener una charla insustancial.-¡Qué decís guapas!, ¿alguna quiere echar un polvo en el baño?-. Una de ellas, indignada, comenzó a gritarme no sé qué de mis modales con ese acento asquerosamente dulce que tienen los brasileños cuando llevan poco tiempo aquí, con esas eses arrastradas, la mande a tomar por el culo y a una escuela de español. La otra tenía más pinta de cerda y me ofreció cristal a cambio de un paseo al baño. ¡Hecho!.
Ya en el baño, y previa dosis de rigor, le quite su mini camiseta de I love NY. Sus senos, no había duda dada la extrema bizquera de sus pezones, habían sido siliconados por una mal cirujano, pero aun asi eran unos apetitoso flanes de huevo de granja. Comenzó a chuparme la polla, la agarre de la cabellera, no tenía ninguna gana de una mamada. Quería follar ¡coño!. La subí al lavabo, la baje la falda y rompí sus bragas con deseo. ¡Sorpresa! tenía un rabo estilo Empire state. Le solté una hostia en toda la jeta -¡Maldito estafador¡- escupió mi boca mientras mi pierna derecha se encontraba con su asquerosa boca de travelo. Le dejé ahí tirado y le robé el éxtasis. Un susto así se paga.
Me piré del puto antro del negro hacía algún after, tenía que conseguir meterla antes de caer en cualquier banco por sobredosis, siempre consideré que a partir de las tres de la mañana no merece la pena frotar mi varita en ningún coño libre pues si esta libre a esa hora quiere decir que su dueña es una puta fea, pero viendo la situación en que me encontraba (llevaba más de seis meses sin jincar) me daba lo mismo una fea, una obesa, una vagabunda o cualquiera que no me hiciera pagar.
En ningún garito de la ciudad encontré alguna vagina libre con ganas de jaleo e insultos gratuitos, es difícil encontrar a alguien tan gilipollas como para que se deje insultar y maltratar por un expresidiario politoxicómano. El puto M me estaba poniendo cada vez más cachondo y pensé en robar a algún transeúnte etílico para financiarme una puta, aunque fuera una jodida rumana desdentada. Sólo conseguí cuatro euros a esas horas la gente ya no suele llevar dinero en los bolsillos, se lo han gastado en garrafón, nocotina y ,si han tenido la suficiente labia, en pagar una habitación por horas en cualquier hostal de la calle carretas.
La noche estaba a punto de acabar ya se escuchaban pajarillos y había algo de tráfico. Mi picha estaba a punto de reventar a causa del efecto afrodisíaco de la jodida bolsa del manolo. Si me metía algo más caería al suelo pues mi globo era ya considerable y necesitaba mojar el churro antes de la última mojada del dedo en los cristales morados del chivato.
Además necesitaba meterme un pico para poder conciliar el sueño y que la mezcla explosiva que correría por mis venas hiciera ponerse a mi cerebro en stan-by.
-¿Negro, aun tienes ese tan jaco de puta madre?,¿si?, y ¿todavía necesitas un tapón para tu culo?.Ok, en veinte minutos estoy allí.

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