Culturetas

No sé por qué aparecí por allí. Tenía los oidos saturados de escuchar al López todo el día con la misma cantinela. -Tío tienes que venir a la tertulia. No eres cool si no vas por ahí de vez en cuando. Simplemente no formas parte del mundillo cultural-. En fin.

Yo no es que sea un cultureta ni mierdas de esas. De vez en cuando escribo alguna gilipollez que se me ocurre. Por evadirme-pelín de esta realidad monótona en tonos grises y corbatas rojas. De atascos y de cláxones. De putas e hijos de puta malnacidos.

Total que como aquel sábado no tenía mejor plan y había cogido un buen arsenal de polvo nasal contra el aburrimiento me dejé caer por aquel chill-out. Frío como todos los chill-out de media tarde, pero con una carta de cóckteles baratos digna de cualquier mueble bar de cualquier casa de manoteras o alrededores (alcohol barato a granel).

-Ponme un Long Island bien cargado y con poca coca-cola- Le dije a la camarera de las rastas rubias y el pantalon vaquero cagao. No me hubiera importado lo más mínimo quedarme de charleta con ella. Pero López ya venía en mi busca a la barra. Además ella tenía ese aire underground que tantas nauseas me provoca. Si, están muy buenas. Pero su mirada dice soy-pija-gilipollas-integral-y- no-llevas-suficiente-ropa-cara-como-para-que-te coma- el ciruelo.Que la follen-pensé, bueno tambien pensé que si era yo el que lo hacía mucho mejro. Esa putasnob no probaría mi boliviana.

Me acomodé en el único puff que quedaba libre alrededor de la mesa cultural. Bueno acomodarse en un puff es como intentar coger el sueño en una litera de Austwich. Es igual un par de sorbos largos a mi copa y una primera visita al baño y ya estaba como en la cámara de gas. Aturdido, perdido y esperando a ver que se cocía en aquel antro.

Un tal Kolia Jimenez, alemán de nacimiento hijo de un exiliado forzoso y una puta alemana roja y pellejuda con sabor a cerveza de trigo, es el primero en tomar la palabra. Es lo más. Acabo de volverr de la India y como soy fotogrrafo he estado tomando fotos de los pobrres niños que viven entre trrenes y basurra. Eso dice él. Mi padrre me mandó un majgnifico ofjetifo nuefo. Teknolojia alemana. Supongo que ganaré algun prremio. ¡Ala!. Ya soltó el gas. Son todos unos putos nazis. Quien tuvo retuvo que decía mi abuelo. Noté el gasecillo en mi pituitaria y acto seguido ordené otra copilla a la pájara de las rastas que desde lejos parece estar más buena de lo que en realidad esta con ese piercing en el labio inferior y su tatoo en el brazo izquierdo (una carpa koi parece).

En cuanto tragué el brebaje de los dioses de la islita neoyorquina pregunté:
-¿Dónde te alojaste k o l i a?- sentía mis maliciosos ojos abiertos como platos. No pestañeé mientras le miraba fijamente sintiendo su rechazo completo hacía mi pregunta.

-¿Porg que prreguntas eso?, no crreo que tenga imporrtanncia- repondío mientras sorbía haciendose el tranquilo mientras el tembleque de sus manos derramaba la mitad de su capuchino sobre sus sucios pantalones de pintor.

-Supongo. Y me apuesto mis dos huevos a que estoy en lo cierto que herr papa te pagó un hotelito cinco estrellas para tus vacaciones de hobby. Díme que no es cierto y aqui mismo. Encima de esta mesa en forma de estrella de mar amputada me amputaré yo mismo los cojones.-Reconozco que me pongo un poco violento cuando bebo, esnifo y estoy en una compañía tan guay-chupi-como-molo. Sobre todo por esto último.

-Colega-tercio López-igual estas prejuzgando a la peña-me hizo una seña para ir al baño. De camino paramos en la barra y nos enchufamos unos chupitos de verde absenta.

-Tío tienes razón estuvo bien alojado y bien surtido de pasta. Pero es un artista. ¿Has visto alguna de sus fotos?-López sólo intentaba calmarme e intentaba que no la liara. Despues de todo su única cualidad artistica es la de hacerse pajas a dos manos. Es representante, lo cual le deja en lo más bajo del artistero cultural. Sólo saca tajada de los mamones a los que aguanta y a los que me quiere hacer aguantar a mi.

-Supongo que no tendrán nada que envidiar a las de la comunión de mi prima que hizo mi tío el manco- Replico mientras pinto un par de lineas en la tapa del váter. Cagüenlaputa. Porque le conozco de toda la vida y le tengo más cariño que a mi hamster si no le habría partido la cara en ese mismo instante.


Salí del baño más calmado como si fuera de valium y no de zarpa. López, el pacificador, pidió disculpas de mi parte a lo que respondí:

-Si strujen, tío, perdona. A veces se me va la olla. Eso si: la apuesta sigue en pie-

Me inserto, otra vez, en el jodido puff que encima es de escai y se me pega en las pantorrillas. La rastafari me trae otro té helado alcoholizado y escudriño al resto de frikis.

Había un enano barbudo parecido a Pan, aunque de semidios creo que sólo tenía su propio ego. Decía ser Dj en varios locales de esos que se petan de empastillados con nidos de aguila en la cabeza y poco más dentro de ellas. Lo más cerca que había estado del Parnaso el pequeñin fue en un viaje de tripi que no le debió sentar demasiado bien pues, a veces, se quedaba en babia mirando las colillas apagarse en el cenicero o viendo subir las burbujas de la coca-cola del vaso que sostenía desde que llegué y del que no había bebido ni una gota. Daba muchísima pena ver su cara embobada de malentripado, casi tanta, como ver un bombardeo sobre alguna ciudad del eje del mal.

Un cantante con la voz más cascada que Sabina e infinitamente más joven. Por no hablar de lo superficial de su poesía. Tenía el mismo carisma que Aznar en la fotito de las Azores por lo que en mi mente, y solo en ella, le augure un prometedor futuro de comepollas de algún otro cantante con menos carisma aún pero mucha más pasta familiar.

Había un escritor que una vez público un cuento en la revista de su instituto. Por las entradas que le le llegaban a la coronilla calculé que debía tener unos cincuenta palos. Seguro que estaba escribiendo el novelón del siglo XXI porque desde aquella vez. Nada. Buah cuando saliera ese libraco el Ulises de Joyce a su lado no sería más que un comic de Torrente.

Por último, como no podía faltar, estaba la comebolsas. No se dedicaba a nada. Aparte de a ponerse como las abutardas dia y noche y viceversa. Tenía cara de haberse dejado las bragas en el puticlub sin haber podido dormir ni un sólo minuto despues de su último turno con algún baboso obeso porque sabía que aquí mucho talento no habría pero estimulantes no faltaban. Seguramente era la más lista de todo el grupo. Me seguía al baño cada vez que me levantaba. Pero de mi esa guarrilla nunca en la vida sacaría nada.

De todas formas yo seguía rallado como el canal plus con el bávaro de los huevos. ¡Ui! si como mola ser guay y viajar y hacer fotos a los pobres y dejar pasta en un país donde la peña se muere de hambre y los políticos se la gastan en bombas atómicas, putas y opio a granel. Es lo máximo a lo que puede aspirar un gilipollas como ése. Si por mi fuera le daría para atrás a la maquina del tiempo y le haría crecer entre jeringuillas, parques llenos de zombies heroinómanos y sin ver una cámara de fotos hasta los veinte o en la segunda boda de su viejo con alguna zorra cazafortunas con tres hijos de otro matrimonio dispuestos a chupar de la teta de herr papá.
Estaba callado como una puta en cuaresma. Yo no paraba de mirar su maldito capuchino. Una bebida tan asquerosa como su jodida cara de kartofen. Sólo esperaba que me dijera algo. Claro que un traguito de más igual me hacía olvidar que necesitaba una excusa para meterle su asquerosa cabeza por su culito apretado.

Pedí una más, estaba seguro de que era la última, no aguantaba más esa cháchara de subnormales-viviendo-bajo-las-faldas-de-mamipapi.

La pijarasta me trajó la penul (en ese momento supe que era, como poco, la penúltima). En la bandeja tambien llevaba un cafelito espumoso para el visigodo. Así que, por pura casualidad, estiré mi piernecilla y mi amiga la porrera derramó el contenido de su bandeja sobre él.

Gutentag se levantó como si tuvierá un muelle metido en el culo:

-¡Pero que haces desgraciada este foulard vale más q....PLAKA- no le dió tiempo a terminar porque el muelle de mi ojete es mucho más fuerte que el del suyo. De eso no queda la menor duda. Y mi cabeza mucho más dura que su cartilago nasal.
La mesa se llenó de sangre. Y su foulard de cachemira.

-¿Estas bien colega?-le pregunte a la camarera cuya belleza era en ese momento directamente proporcional al cuezo que yo llevaba.
-Si, tío, gracias. No aguanto a esta gente-

Esta gente se levanto corriendo, todos menos mini-pan que aún se había quedado en lo de mis pelotas y el hotel hindú. Debieron llevar a nuestro colega europeo a algún hospital o algo de eso.

-¿A qué hora sales?- le dije a la agradecida camarera.
-Aún te da tiempo a tomarte un par más. Invita la casa.

Joder que noche. López no me ha vuelto a llamar, me es igual, mi hamster se murió la semana pasada y lo tiré por la taza del retrete. Al final con que mis calzoncillos fueran Kalbin Clein le fue suficiente a aquella camarera piojosa. Eso si mi boliviana ni la cato. El mundo no esta hecho para culturetas sin sentido de la realidad. Es triste pero, esta hecho para los listillos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario