La creación

El hombre creó a Dios a su imagen y semejanza, un sábado por la tarde que no tenía nada mejor que hacer. Viendo que lo que había creado le gustó, lo metió en una caja de zapatos que dejo bajo su cama, porque como lo viera su mujer acabaría tirándolo, como hacía con todas sus tonterías.

Dos veces por semana, coincidiendo con las clases de pilates de su mujer, le llevaba hojas de morera para comer.

El hombre sentía que no tenía todo el tiempo que querría para dedicarle a Dios y lo veía bastante decaído, seguramente necesitaba compañía. El hombre pensó en quitarle una costilla a Dios para de ella crear una copia del mismísimo Dios, pero lo descarto dada su fobia a la visión de la sangre, y bajo a comprar arcilla, de la misma marca con la que hizo al primer Dios, así evitaría futuros reproches sobre la calidad de la materia de cada uno de ellos. El hombre compró demasiada arcilla, dada su condición de adinerado, y tuvo suficiente para crear algunos dioses más.

El hombre descubrió, perplejo, que al ponerlos en contacto algo fallaba, no terminaban de congeniar. ¿quién sabría por qué?. Cosas de dioses. Rencillas eternas. Pero de ahí a que soltaran plagas e hicieran surgir desastres naturales bajo su cama no pasaría mucho tiempo. Y a partir de eso qué más contar; rayos y truenos, héroes y profetas, meditación y guerra, misericordia y justicia, cielos e infiernos, bien y mal, tormentas de arena y tumbas de sal. Todo ellos en grado sumo. Al hombre le parecieron demasiadas cosas para meterlas bajo la cama, pero en fin ¿qué iba a hacer con ellos?.

Con todo así, la mujer del hombre un día se deshizo de todas las tonterías del hombre, su ropa, su caja de zapatos y su matrimonio.

El hombre, con lo poco que le quedo, se mudo a la cálida costa del Egeo, allí regenta un chiringuito de playa.

¿Qué fue de la caja de zapatos?...Habladurías, se escucha que algunos de sus habitantes se hicieron de oro montando iglesias, sectas y cadenas de televisión, de otros que desaparecieron para siempre a manos de sus propios congéneres, algunos son controladores aéreos o cosmonautas y otros se mudaron a la cálida costa del Egeo.

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