Paris la nuit

El cenicero al fondo de la habitación indicaba que habíamos fumado demasiado. Ella dormía placidamente bocabajo. Se escuchaba un dulce ronquido nasal. No tenía ni la menor idea de lo que habíamos ido a hacer a París, pero allí estábamos.
Desde la ventana se notaba el frío de la noche parisína y el bullicio de pigalle. Ella no había querido salir de la habitación ni para ir al buffet del desayuno, sólo quería dormir y follar. En la cama más usada de la rue de l'opéra. En el hotel mas barato y hortera de la ciudad de las luces. Necesitaba salir.

Bajé de la soledad al hall del hotel que tambien era un desierto. Salté al extranjero a través de la puerta dorada.
Siempre me ha gustado pasear de noche. No lo puedo evitar. La oscuridad y el bullicio calmo, me llenan casí por completo (como nada más en la vida).
La calle estaba petada. Llegué hasta el moulin rouge. Era tarde. Los mozos metían a los ponies en el remolque azul que les llevaría de vuelta al establo tras la función. Olía a estiercol.

Tomé el boulevard clichy con destino a la colina del Sacre coeur. Encendí un cigarrillo. El frío viento en mi cara me traía la humedad del Sena. Música empalagosa de francés sonaba en los pubs y se metía fugazmente en mi cabeza. Tarareaba sin querer. Sex-shops abiertos venticuatro horas por todos lados.
Postres árabes en los escaparates.
Subí la escalera que da entrada a la iglesia. Blanco virginal alumbraba la oscuridad. No había luna. No se veía a nadie. Me sente tranquilamente en la escalera. Observando la noche más bohemia. Luces que se encienden y se apagan en los edificios. Escuché pasos por detrás de mi. Una mujer se sentó a mi lado.
-Quelle belle nuit-susurró y me ofrecio tabaco. Fumamos unos cuantos. Me hice un canuto y se lo pase.
No hablabamos, sólo mirábamos el cielo cambiante de la noche. Esponjosas nubes se fundían y se dividían, pasaban de ser fieros tigres a lindas ovejitas.
Los locales cerraban. Quietud total. El porro expulsaba su esencía y grishumeaba en circulos concéntricos.
Seguíamos su viaje hacía arriba hasta su total fusión con la negritud del firmamento.
Los primeros rayos de sol empezaban a asomarse a nuestra izquierda. Se acerco a mi y me beso apasionadamente.-Au revoir mon ami- extendio sus infinitas piernas y se fue por donde vino.

Saboreé la última calada, aguante el humo un momento hasta que empezó a quemar. Desandé mis pasos hacía el hotel. Escuchaba claramente el golpear de mis pasos y cantaba en alto l'hymne à l'amour. Édith Piaf.

Uno de esos días

Hay días que uno se amanece con el pijama del revés, la cama se hace aún más pequeña de lo que es. Se despierta comatoso y hastiado del vivir continuo y sin pausas, del café mañanero irrehabiltante, de la soledad de la ducha antidespejante. Sale del portal y se santigua por hacer algo (nunca por convicción) y sale en busca de la soldada como uno más de los cientos de miles. El sol vomita en su cara y se le contagian las nauseas (aumentando ganas de llorar). Recoge con desgana el 20minutos de algún otro pasajero del autobus que no aguantó tanto mal rollo y lo abandonó a su suerte. Ojea las páginas de deporte como si le importara la situación del Numancia en la tabla. Resuelve el sudoku de la contraportada, el fácil, con la pericia de Julian Ross, y la chica de al lado le sonrie y sus dientes podridos de tabaco le devuelven la fe en el ser humano (pero poco).
Llega a la cloafacina conteniendo el shock anafiláctico de su vida frente al trabajo (aumentando ganas de gritar). La silla roja su hogar durante un buen rato, el monotono pasar de las horas se torna en su banda sonora. Más tarde lleva el correo a la becaria de turno y su pelo, liso y fuerte como de rata, le revuelve las tripas de hambre de certeza (un poco más de fe para el fémetro).
La tarde se antoja de dioses en duración y su fiambrera sólo lleva chopped barato y pan de molde integral (sin bordes). Zampa como el que respita, más por necesidad que por gusto.
El rítmico tic-tac del reloj de su compañera de púpitre realza la necesidad de noches de heaven y pastillas de colores chillones (aumentando ganas de abandonarse). Trastea un poco por internet ,todo se sigue acabando.
Los jornaleros vueven a casa del campo (ganas de correr aumentando). Su compañera suelta un <¡hasta mañana¡> , evidencía hipertérrita.

Corre, corre, corre aporreando las aceras bajo la escasa luz de un sol estertórico. Grita, grita, grita ante la antenta mirada de los viandantes. Llora, llora, llora mientras abre la puerta de su casa. Vomita, vomita, vomita al contestador de cualquiera las penas del día. Se abandona, se abandona, se abandona mientras la certeza de vida humana le recuerda aquella sonrisa, aquel pelo, aquel adiós.
Se empalma, se empalma, se empalma ante la posibilidad de un nuevo día.

Miradas

Su mirada dulcemente empalagosa de merengue.

Su aletear de pestañas arrimeladas.

El dulce deslumbrar de sus vistazos como un amanecer con copas de más.

El regazo familiar de sus pupilas a gas azul de mechero, contaminación mínima.

Sus ojos achinados de malicia lujuriosa en mis mañanas embrutecidas.

Todo se lo llevó de golpe, incluso el olor a nuevamenteusado de sus bragas.

Su línea de mirada disparó a mi corazón,
y a nuestro concurrido lecho conyugal.
¡No es lo que parece! Sus antinieblas ya no escuchaban.
Sus parpadeos de ráfagas de napalm, de bombas de rácimo, de destrucción.
De lo tiro todo por la ventana. Tu ropa. Tus libros. Tu pijama de Mazinger Z.
Y hasta tus gafas de ver de cerca.

Sus sempiternas ojeras se tornaron rosas y se fueron para siempre. ¡Adiós!
Por fin.

Plagas

La historia de los oroscefros es una historia peculiar. El reino vegetal no les aceptaba del todo y se quedaron a medio camino entre animales y plantas. Poseen esa cualidad única de las plantas de alimentarse de agua y luz (lo cual les hace autosuficientes) y se reproducen por arrejuntamiento sexual (si bien el producto de sus orgías son semillas y no fetos).
Estas semillas (ojos de gusano a escala humana) son resistentes a mohos acidófilos y a hiedras trepamuros. A simple vista parecen de geranio pero si fijamos la mirada y acercamos los ojos a su parte más puntiaguda podremos observar el rumor de sus neuronas, vestigios inservibles de animal, en busca de una gota de agua en que germinar.

De hoja perenne. Siempre verde. Crecimiento continuo. Arriba, arriba hacía las nubes.

Sus brotes primerizos son endebles, blanquiverdes y acachiporrados. Aparecen por San Blas, junto a las cigüeñas, normalmente en iglesias románicas abandonadas del pirineo ilerdense. Inmunes al frio y la nieve, a pulgones y pisadas.
Los ejemplares adultos alcanzan alturas superiores a secuoyas, pero normalmente son podados desde edad temprana ya que es la sola manera de que cedan a sus intenciones de tocar el infinito. Los troncos leñosos de su especie son una estupenda madera abojada y contienen corazones enormes, tambien en valores.
Florecen en primavera, al final justo del invierno, cuando la escarcha mañanera se deshace en rocio y las niñas se ponen falda y los niños persiguen escotes. Sus flores son anaranjadas mientras crecen, aunque se tornan negriverdes a la madurez del verano, y son preciadas exquisiteces de la industria perfumera.
Por las noches, los oroscefros, van en busca de comida. Devoran la luz con sus cloroplastos abetacarotenados. Sólo luz de luna que empaña los cristales con vaho del cielo.
Y he ahí el problema pues las noches cerradas (sin Selene, sin estrellas, nada más que cúmulos de vapor en el firmamento) hacen surgir de las profundidades de la tierra sus raices piernágudas y buscan fotones que juntar con dióxido de carbono que sólo encuentran en las fuertemente iluminadas masías de la zona.

Siempre, en la de Bartolomeu, encuentran buena mesa y mejor conversación pues el viejo, viudo desde hace años, se gusta de hablar con toda la fauna y la flora de los alrededores. Quebrantahuesos y marmotas. Robles y buganvillas. Todos serán bienvenidos.

Pero no siempre van a parar a esta protectora morada pues la zona esta plagada de urbanizaciones y de chalets y de familias numerosas advertidas de extraños y de habitaciones con recién nacidos de luz calórica que es su luz preferida. En estos casos, los padres (guardianes de la tranquilidad hogareña), olvidamos, con frecuencia, el buen corazón de estos seres. Los intentamos pisar o talar, los regamos con vinagre y salitre, gritamos y encendemos fuegos. Todo en vano. Pues todos estos estímulos no hacen si no acrecentar su hambre y sed de luminosidad. Se vuelven agresivos y pueden acabar facilmente con una manada de moscas de la fruta.
Y es por ello, padres del mundo, que debemos tratarlos siempre de la mejor manera posible, todo sea por el bien de nuestra prole y de la biodiversidad biodegradable. Lo que más les gustaría sería que les dejáramos una habitación centelleante y cálida, con incienso de mirra encendido desde medianoche y Nina Simone de fondo, sólo de fondo. Les encanta.

Vis a vis

El cabronazo se lo tenía merecido, en serio te lo digo, tío. Ese mamón del manco, menudo capullo. Llegó al barrio alardeando de carro. Con un puto BMW último modelo y un camión de mudanzas. Colega, desde el principio no me dio buena espina pero a estos les hizo gracia su puto acento andaluz y de vez en cuando se pasaba por el local y tal. Estaba enganchadísimo a todo. Le sudaba los cojones el jaco, la farla, las pastillas. Siempre pagaba al contado y eso me tenía bastante mosqueado porque el hijoputa no trabajaba, y bueno nosotros tampoco tenemos un trabajo normal, pero tío nosotros no nos exhibimos. Salimos por la noche. Vamos a algún chalé de alguna puta urbanización de esas que están a tomar por culo y lo desbalijamos. Punto. Y seguido nos lo llevamos a algún poblado y lo vendemos todo, macho. Eso es lo que hacemos. El dinero que sacamos es para la familia, tío.
No está nada bien robar a los pobres, tronco, eso no se hace. Ni de coña.
De vez en cuando el desgraciado desaparecía un par de días o así y cuando volvía traía unos fajos de billetes de la hostia, como los que sacamos la última vez en la cañada, macho.
Ya sabes como estaba el barrio entonces, los yonquis, la mitad de las casas en ruinas y toda esa mierda, ¿te acuerdas, no?. Fue cuando empezaron los robos. En nuestras propias calles y casas. Mira lo que te digo nosotros sólo la liamos en el barrio para solucionar algún problema: que nos debes dinero, te damos una paliza; que aún así no pagas, te caerás desde un quinto piso; que quieres trapichear sin permiso, te partimos la puta cabeza; que algún matón de medio pelo molesta a quien sea de nuestro vecindario sin razón, tío.... entonces nos ensañamos.
En el barrio, colega, la ley es nuestra ley.
Los robos nos tenían to chinaos. Tío, eso no tenía que pasar, no allí. Si alguien quería participar en el negocio tendría que habérnoslo dicho y no empezar algo por su cuenta, eso no. Y menos robando en el mismo barrio.
El caso es que un día me acerqué a ver a los viejos y, tío, en el puto bloque estaba aparcada la jodida furgoneta del mamonazo. "Mudanzas y limpiezas" ponía en el rótulo. La vecina del primero estaba más histérica que de costumbre, le habían entrado en casa y se la habían pelado. Ya ves tú la zorra sólo tenía basura que es la perra esta que se va a la busca con los gitanos, pero tío se habían llevado hasta la jodida taza del retrete.
Me puse de una mala leche que te cagas, colega, encima iba un pelín colocao y subí pa mi casa, tío, y mis viejos no estaban. El que estaba era el puto manco y dos panchitos, empaquetando hasta las telarañas. Tío, ya sabes como soy cuando se me va la olla y, colega, ¡¡era la puta casa de mis viejos!!, y no sé igual me precipité pero, tío, no pude evitarlo saqué la pipa y les volé las putas tapas de los sesos a los sudacas, malditos cabrones si vienen a jodernos, más les joderemos a ellos, putos enanos salvajes. Tenías que ver la cara del maricón, tío, hasta se meo encima cuando vio de lo que era capaz. LLamé a estos y en diez minutos estaban allí. Limpiamos la casa, echamos los despojos de los palmados en la furgo del mierda ése y a él le atamos, colega. Le habría matado pero se merecía que primero le dieramos una buena somanta de palos.
Fuimos al descampado de detrás del campo del sporting, donde palmo el chaval ese hace años ¿sabes, no?. Y le hicimos cavar la puta tumba pa los dos cuerpos. No veas como lloraba el acojonado, pedía perdon. El bujarron se había tirado saqueando nuestras casas desde que llegó al barrio y se pone a pedir perdon en ese puto momento, tío, había tenido meses para hacerlo y no le habría pasado nada pero en ese jodido instante ya estaba muerto, colega, no había marcha atrás.
Le llevamos al local. Tronco no sabes que ganas tenía de arrancarle la cabeza, y le reventamos a hostias, nos pusimos morados a darle. Taca, taca. Le dejamos encerrado en el local cuatro días, colega, hasta que empezó a oler demasiado mal y le metí un balazo en toda la jeta. Fui lo último que vio antes de palmarla. Que se joda, lo tenía merecido, tío, ¿te lo había dicho o no?. Dime que tú no hubieras hecho lo mismo, colega. Un pobre no jode a otro pobre, tío, es la ley.
Después me enteré que la puta de la vecina de mis padres, la muy puerca, había llamado a la jodida pasma por los disparos. Colega le había devuelto todo lo que le habían robado y me lo agradecio entregandome a los putos guripas, tronco. ¿Es eso legal?. Tío, se va a enterar esa puta cerda cuando salga de aqui. Un pobre no delata a otro pobre, es la ley, colega. La ley.

Reinserción social

Acababa de cumplir la jodida condena de medio año por aquel estúpido robo a la gasolinera de la uva, aun no sé cómo me cazaron pero en ese momento me la pelaba sólo quería drogarme hasta perder el conocimiento y meter en caliente. Lo primero que hice es ir a casa del borracho de mi padre a robarle algo de pasta. El cabronazo seguía igual que siempre, alcoholizado y medio muerto. No se entero de que entraba y yo no tenía ninguna gana de saludarle, estaba ansioso. Me metí en su desordenada habitación, nunca la usaba siempre se quedaba grogui en el sofá viendo algún canal de teletienda o porno. Le quité sin remordimiento doscientos euros, sigo sin saber de dónde saca la pasta el hijoputa, pero él si sabe quién se la quita.

Llegue a la casa del terror sobre las siete de la tarde y allí andaban liados los de siempre, el que no estaba sobando con una jeringa en el brazo, estaba fumando base o poniéndose unos tiros, fue fácil cogerles el ritmo.
El último tiro me dejo gilipollas, llevaba seis meses sin ponerme y eso se nota, la adictiva anestesia de paladar y piños me había llegado ya al cerebro y éste entraba en fase hiperactiva, ¡cciao cordura!. Necesitaba más y se había acabado todo, el resto de cuerpos eléctricos que se aturullaban en la casa pasaba de moverse para adquirir ni un misero medio pero es que estaban en fase de bajada e igual preferían algo más opiáceo, había que tener en cuenta que ellos llevaban un par de días dándole y yo sólo unas cuantas horas, allí la fiesta se acababa y seguro que el negro tenía algo, tiré para su casa.
Esperaba encontrarle de buen humor. El muy maricón tenía unos cambios de carácter de la hostia desde que se estaba hormonando (tarado de los cojones). Su puta madre iba a ir a pillarle una mierda si no fuera porque siempre tenía lo mejor, y a mejor precio, además su casa estaba siempre muy animada. Es lo que tienen los bujarrones que saben pasárselo bien los muy cabrones. Llegué sobre la una de la madrugada y la música indicaba que aquello iba para largo. Genial.
-¡Los yonkis sois todos iguales, rey, siempre acabáis volviendo!-dijo nada más verme con su estúpida voz afeminada, demasiado ronca aun, me pareció que andaba de buen rollo y me dirigí a él de mala gana e insultándole, a la gente así le gusta que les traten como a la misma mierda -¡jodido maricón!, necesito dos pollos, por cierto que par de tetas te has puesto ¿no? cada día me das más asco, ¿hay algún coño de verdad en tu puta casa?-¡toma tu puta dosis, amargado, hay dos guarrillas en el salón azul, pero si no tienes suerte siempre te quedare yo, tenlo en cuenta-.Cogí con desgana el bolsón rocoso y fui al baño, no quería compartir con nadie, sólo se comparte cuando te metes todos los dias, las ocasiones especiales hay que disfrutarlas en soledad como cuando te haces una paja. El baño olía a caca fresca, -no hay duda alguna de que los invertidos cagan igual que cualquier otro-pensé mientras limpiaba la cisterna, me gusta enchufarme encima de ellas (tienen la altura perfecta), observe mi cara en el espejo (¿por qué habría un espejo a esa altura? ¿para quitarte los puntos negros mientras cagas?), la jodida estancia en el trullo me había hecho perder unos kilos pero aun era lo suficientemente guapo y descarado como para conseguir un caldete de gratis.

En el salón azul había dos titis enormes, y no lo digo en plan buenorras si no en plan gigantes, aunque la verdad es que tenían unas tetas y un culazo que no tenían precio. Y eso esperaba yo, que no fueran putas, pues aun no había cobrado el paro y tenía lo justo para una noche narcótico-alcohólica pero sin sexo de pago. Me habría follado a cualquiera de las dos a primera vista, incluso a las dos a la vez.
Mis dotes sociales nunca han sido...digamos...corteses. Fui al grano sin presentarme, sólo quería follar en ningún caso, conocerlas o, mantener una charla insustancial.-¡Qué decís guapas!, ¿alguna quiere echar un polvo en el baño?-. Una de ellas, indignada, comenzó a gritarme no sé qué de mis modales con ese acento asquerosamente dulce que tienen los brasileños cuando llevan poco tiempo aquí, con esas eses arrastradas, la mande a tomar por el culo y a una escuela de español. La otra tenía más pinta de cerda y me ofreció cristal a cambio de un paseo al baño. ¡Hecho!.
Ya en el baño, y previa dosis de rigor, le quite su mini camiseta de I love NY. Sus senos, no había duda dada la extrema bizquera de sus pezones, habían sido siliconados por una mal cirujano, pero aun asi eran unos apetitoso flanes de huevo de granja. Comenzó a chuparme la polla, la agarre de la cabellera, no tenía ninguna gana de una mamada. Quería follar ¡coño!. La subí al lavabo, la baje la falda y rompí sus bragas con deseo. ¡Sorpresa! tenía un rabo estilo Empire state. Le solté una hostia en toda la jeta -¡Maldito estafador¡- escupió mi boca mientras mi pierna derecha se encontraba con su asquerosa boca de travelo. Le dejé ahí tirado y le robé el éxtasis. Un susto así se paga.
Me piré del puto antro del negro hacía algún after, tenía que conseguir meterla antes de caer en cualquier banco por sobredosis, siempre consideré que a partir de las tres de la mañana no merece la pena frotar mi varita en ningún coño libre pues si esta libre a esa hora quiere decir que su dueña es una puta fea, pero viendo la situación en que me encontraba (llevaba más de seis meses sin jincar) me daba lo mismo una fea, una obesa, una vagabunda o cualquiera que no me hiciera pagar.
En ningún garito de la ciudad encontré alguna vagina libre con ganas de jaleo e insultos gratuitos, es difícil encontrar a alguien tan gilipollas como para que se deje insultar y maltratar por un expresidiario politoxicómano. El puto M me estaba poniendo cada vez más cachondo y pensé en robar a algún transeúnte etílico para financiarme una puta, aunque fuera una jodida rumana desdentada. Sólo conseguí cuatro euros a esas horas la gente ya no suele llevar dinero en los bolsillos, se lo han gastado en garrafón, nocotina y ,si han tenido la suficiente labia, en pagar una habitación por horas en cualquier hostal de la calle carretas.
La noche estaba a punto de acabar ya se escuchaban pajarillos y había algo de tráfico. Mi picha estaba a punto de reventar a causa del efecto afrodisíaco de la jodida bolsa del manolo. Si me metía algo más caería al suelo pues mi globo era ya considerable y necesitaba mojar el churro antes de la última mojada del dedo en los cristales morados del chivato.
Además necesitaba meterme un pico para poder conciliar el sueño y que la mezcla explosiva que correría por mis venas hiciera ponerse a mi cerebro en stan-by.
-¿Negro, aun tienes ese tan jaco de puta madre?,¿si?, y ¿todavía necesitas un tapón para tu culo?.Ok, en veinte minutos estoy allí.